Calendario escolar, inicio de curso y experimentos con gaseosa
“Los experimentos deben ser con gaseosa”, le espetó Eugenio D’Ors a un camarero después de que éste vertiera buena parte de una botella de champán sobre su chaqueta porque no sabía abrirla. No fue Eugenio D’Ors un escritor precisamente calificado como progresista radical, por lo que el consejero de Educación de la Comunidad de Madrid, Rafael van Grieken, debería seguir tranquilamente esta máxima en asuntos tan relevantes como es el calendario escolar y lo que suponen las fechas que contiene.
El curso está comenzando y, por cuarto año consecutivo, faltan docentes asignados a tiempo para poder iniciar las actividades docentes y lectivas. Así, el 7 de septiembre se iniciaron las clases en Infantil y Primaria sin al menos 3.311 profesores en los colegios. Hoy llega el alumnado a los institutos y, tras la asignación informática de septiembre, faltan al menos 2.236 profes. Cifras muy fáciles de calcular si se compara la plantilla nombrada el curso pasado por estas fechas más los nuevos 800 profesores incorporados según lo que el presidente Garrido proclama.
Es una situación muy grave porque detrae derechos de alumnado y profesorado. Lo peor es que según se recoge en los documentos de la propia Consejería de Educación no se va a solventar de inmediato porque los actos públicos de nombramientos empezarán el día 11 y pueden continuar hasta el 20 de septiembre. Es una situación forzada por un calendario escolar estresante y estresado.
Es a través de la Orden 2227/2018 del 28 de junio, por la que el consejero ha impuesto el calendario del próximo curso. Esta Orden, redactada con un lenguaje machista, evidencia la veracidad de la cita: “el hombre (que no la mujer diría yo) es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra”. Y es que el experimento del pasado año con el calendario escolar se va repetir este año con idénticos errores a sabiendas de que su existencia supusiera, tanto en el inicio, como en el fin de curso pasado, el caos y fuese calificado de “estrepitoso fracaso” por todos los agentes de la comunidad educativa.
Lejos de enmendar y haber realizado alguna evaluación del experimento, sin ningún análisis sobre el adelanto a junio de las evaluaciones finales y, por supuesto, sin ningún consenso, el consejero ha vuelto a imponer un calendario tan irracional que él mismo es incapaz de cumplir. De hecho, empieza el curso según las fechas marcadas en el calendario de Van Grieken con más de 90 centros en obras, el alumnado sin todos sus profesores y estos sin tiempo remunerado real para conocer el proyecto del centro al que llegan, preparar sus clases, coordinarse con sus compañeros, planificar, adecuar los espacios y todas las demás tareas docentes que es necesario realizar antes de empezar las lectivas.
Todo indica que van Grieken confunde “calendario escolar” con “santoral”, insistiendo en males que ya vienen de antiguo como imponer un calendario conformado sin criterios educativos. Además desliga el calendario de las fechas y los días que lo componen, obviando la planificación, organización y gestión que se necesitan para que sea posible su cumplimiento. Tareas todas de absoluta competencia como máximo responsable de la consejería.
De esta forma, sufrimos las consecuencias de una sucesión de fracasos personales de incumplimiento de promesas del consejero a los que se suma no ser capaz de garantizar la homologación del calendario entre los diferentes tipos de centros que imparten las mismas enseñanzas y etapas, y ni siquiera entre centros públicos y concertados, a pesar de que estos últimos estén sostenidos con fondos públicos. La propia Consejería ha concedido moratorias según la titularidad de los centros como se ha podido conocer generando una muy criticable: la inseguridad jurídica y una gravísima desigualdad entre alumnado.
El experimento de este calendario escolar y este inicio de curso sin profesores suficientes, sin todos los centros públicos terminados, con tantas mentiras y compromisos incumplidos es mucho más grave que lo que le ocurrió a Eugenio D’Ors cuando el camarero vertió champán sobre su chaqueta. Van Grieken experimenta con la Educación, que es el futuro, sin tomar nota de lo que su calendario escolar señala en nuestras agendas sobre incompetencia, dejadez y abandono y lo que puede suponer a la hora de desvertebrar la educación pública, es decir, a la sociedad madrileña. El consejero debería aplicarse la máxima, “los experimentos, con gaseosa” y salvaguardar a nuestros niños y niñas, nuestro mayor tesoro, de sus obsesiones que tanto daño están haciendo.